Balzac inédito
El arte de pagar sus deudas sin gastar un céntimo
| Publicado el 16/07/2010 | Ver el número en PDF
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de un banquero o empresario parece haber leído este libro de Balzac
(1799-1850), inédito en España, y que jamás se incluyó en sus Obras Completas. Imprescindible para todos los lectores en estos turbulentos tiempos, El arte de pagar sus deudas sin gastar un céntimo, que recupera la editorial Renacimiento, es un tratado lleno de ingenio, desvergüenza
y humor para sobrevivir en tiempos de crisis. Un manual imprescindible
con el que combatir los aumentos del euribor, las hipotecas, y para
disfrutar de un verano feliz.
Muchas
veces escuché decir a mi tío que hay que cuidarse de gastar todo el
dinero que se posee en la noche, aunque se esté seguro de recibir más al
día siguiente. Porque por razones imprevisibles y ajenas al
hombre de consumo, estas entradas de dinero casi siempre se retrasan o
no llegan nunca. Y, Dios mediante, nadie sabe mejor que yo cuanta razón
tenía mi tío.
De manera que podemos asumir de entrada que esta situación ocurre, y
debemos identificar las soluciones que se pueden aplicar. Todas están
basadas en un principio que no se puede ignorar bajo ningún pretexto. A
continuación ofrezco este gran axioma:
Siempre se debe comprar en los proveedores más ricos. Primeramente,
porque todo lo que tienen es de primera calidad. Segundo, porque tiene
que darle vuelta al principio que tantas veces invoqué, es decir, que
estos individuos tienen demasiado y usted no suficiente, y que usted verdaderamente
les hace un servicio -y a usted por supuesto también-, si de esta
manera intenta reestablecer el equilibrio. (De hecho, nadie está más que
usted interesado en la creación de este equilibrio). Tercero, porque el
vacío que resulta en sus tiendas casi siempre pasa inapercibido, y que
este vacío es rápidamente colmado por la clientela de pago que su
fidelidad le trae a este proveedor.
Consecuencias: Usted debe escoger un propietario que vive en la
abundancia y que no está esperando ansiosamente sus cien ecus para pagar
sus deudas fiscales. Todo inquilino sabe que en todas las zonas de París existen ricos propietarios, de manera que esto le será fácil.
De la misma manera almorzará en el Palais Royal y cenará en el Boulevard
des Italiens. Puede que usted piense que en estos locales es necesario
pagar en efectivo. ¡No, de ninguna manera! La prosperidad de estos lugares se debe principalmente a la masa de clientes que no pagan.
Pues estos conocen el arte de escoger los platos. Estos saben como
abrirle el apetito a aquellos que no saben ordenar una cena, pero saben
pagarla. Entre dueños de restaurantes, a veintiún o treinta y dos sous
el cubierto no se da crédito, esto lo sabe todo el mundo. Pero en los
grandes establecimientos de los cuales les estoy hablando, ya se ha
descubierto lo que hace ganar un hombre de consumo que no puede pagar
una cena de veinte francos. Fácilmente treinta francos para cada diez
francos que él no paga, esto es lo que aporta gracias al cierto desvío
por medio del hombre “productivo”.
Conozco grandes dueños de restaurantes, que estarían dispuestos a
pagarle algo a usted, para que se quede sentado todo un día en una mesa,
llamando a los mesoneros -por supuesto por su nombre, para que se vea
que es un acostumbrado-, reclamando Champagne, dejando que espumee a su
vino y también su reputación. Su silueta alienta al pasivo o reducido
apetito de los paseantes que lo ven por la vitrina, y estos se sienten
invadidos por un hambre incontrolable.
En cuanto a usted, después de haber consumido todo lo que es humanamente
posible, se levanta y lleva indolentemente su mano al botón de oro de
su traje, como para buscar su billetera en el bolsillo de su chaqueta.
Saca un mondadiente, e inmediatamente el mesonero le hace una señal con
la cabeza, que está llena de respeto y al mismo tiempo de
agradecimiento, para evitarle la molestia de pagar, lo cual seria casi
un insulto para él. Luego, al salir, le dirige un saludo y un guiño a la
dama que está sentada en la caja. La gracia con la cual le devuelve el
saludo demuestra con amplitud que tiene el entendimiento: La
casa es pagada de sobra con el excelente apetito que usted acaba de
ejemplarizar, el cual ahora tiene que ser imitado de igual manera.
Sin broma, es un hecho que los primeros restaurantes de la capital
tienen día tras día una media docena de clientes de esta calidad como
reserva permanente.
Usted tampoco pedirá su vestimenta en otro lugar que en casa Bardes,
pues este buen hombre, que con una sola palabra del ministerio de
Guerra, podría vestir a todo el Ejército francés en veinticuatro horas,
le despachará un traje completo, cuatro chaquetas y dos pantalones, sin
que usted tenga que abandonar otras prendas como forma de pago.
Acuérdese también de esto: Si por casualidad él viniera hasta su casa,
sería simplemente para preguntarle si debe prepararle también una
peregrina o un abrigo, contra el mismo pago, por supuesto.
Usted se hará hacer sus zapatos con Sakoski. Él calza a todo lo
fashionable y al ministro de finanzas. De manera que puede estar seguro
de que tomará sus medidas y le abrirá una cuenta en su notable libro
principal.
En cuanto a sus sábanas, cómprelas en la lencería de la Corte;
nadie conoce mejor las ventajas de la entidad del crédito que este
establecimiento. Y cuando se compra con crédito, una pieza más o menos
no hace la diferencia. De todas maneras, se perderá en la masa
de clientes del mismo tipo. Estos, pues, son los proveedores que debe
escoger; porque son los únicos que puede pagar sin sacar un solo sou de
su bolsillo. Siempre con la condición de que las palabras bonitas tengan
para usted el mismo valor que el dinero en efectivo.
No debe pensar que un devorador de dinero como el que describo se verá
obligado a cargar mercancías en los puertos de Saint-Paul o de
Saint-Nicolas para pagar las deudas que le procuran sus placeres
cotidianos. Tampoco marchará en el calor de un día de julio para
recolectar la cosecha, ni saldrá un frío día de invierno para sembrar.
No se romperá la cabeza para mejorar los diferentes productos que en
regla general nos regalan las bestias cornudas o no cornudas, como se
acostumbra en Francia y en otros lugares.
No pasará el día enriqueciendo nuestra industria con la producción de
una bufanda o de una estufa económica o de una afeitadora, y tampoco
pasará el día induciéndole vida a una tela con su mano, para eternizar
los trazos de algún defensor de nuestra libertad, retratado en la
naturaleza, bien sea en el bosquecito de Meudon o de Montmorency;
tampoco sacrificará su noche acompañando con un violín, un bajo, o una
flauta, o su cuerno a los artistas de nuestro Teatro Real, quienes
cantan en falsete o no sincronizan su baile. Finalmente, tampoco pasará
tres cuartos de su vida en la Rué de Rivoli, sumando largas facturas. No hará nada de todo esto; pero porque no sembrará, no fabricará, no pintará, no hará música y no calculará;
francamente, sería un error pensar que no hará ningún trabajo, que no
producirá nada, que no consumirá nada, que no pagará. Todo esto lo hace;
pero por supuesto a la manera de mi tío.
Por eso he aquí algunas informaciones que revelan todo aquello que
desean saber los buenos vividores para los cuales fue creada la obra de
mi tío, a saber: Una descripción del ritmo de vida que ha de seguir y
respetar su progenitura, y un resumen de los “bienes colectivos” que
produzcan con su método:
Primero: El gozador, quien quiera que sea, no se levanta antes de las diez.
Gracias a esta feliz forma de indolencia podrá reducir el número de
dependientes de comercio, de lavanderas, de vendedores a comisión, de
coches, de holgazanes, que día tras día y cada mañana se esfuerzan en
llenar las calles más animadas, y por lo tanto de ensuciarlas. Ésta ya
es la primera cosa buena que hace.
Segundo: Luego otorgará audiencias a todos sus acreedores sin excepción entre las diez y las once,
para escucharles, y para aplicar en la práctica los récipes descritos
en este libro. Por lo tanto, durante este tiempo, los acreedores que
ocupan su antesala esperando que usted se levante, no están capacitados
para encontrarse con otros gozadores, es decir otros deudores; esta
ventaja resulta que beneficia a la colectividad. Segunda ventaja.
Tercero: Recibirá a todos sus proveedores entre las once y el mediodía.
Se queda con aquello que los unos trajeron, y encarga algo nuevo a
aquellos que no trajeron nada. De esta manera los mantiene siempre en
movimiento, agranda su crédito, aumenta sus transacciones. Tercera
ventaja.
Cuarto: Desde las doce hasta la una se va a vestir. Que
conste que “sabrá” cómo atar su corbata con la ayuda de la teoría sobre
esta importante parte de nuestra vestimenta que debato en otra obra.
Así apoya al editor que la publicó, y al mismo tiempo favorece la
producción y la venta de los muselinas, jaconas, percales, y batistas,
que producen nuestras manufacturas. Cuarta ventaja.
Quinto: A las dos irá a desayunar en el Café de Perron,
en donde hará crecer las ventas globales gracias a la delicadeza con la
que elige sus platos de acuerdo a la carta. Pondrá de moda los Oeufs en coquille o la Omelette á l'oseille,
y los comerá con tanta gracia que contagiará a todos aquellos que
también desean comer algo así pero que no saben diferenciar los platos.
Fiel a su sistema, no pagará el desayuno. Pero hará que otras veinte
personas que normalmente sólo toman una taza de café o una tostada, se
sientan obligadas a hacer el gesto de pedir y pagar suculentos
desayunos.
El dueño del café estará muy satisfecho de que se le paguen veinte
desayunos, es decir muy satisfecho con el cliente que de esta manera le
paga el suyo, aunque sin dinero. Quinta ventaja.
Sexto: Luego se irá a los jardines de las Tullerías para esperar tranquilamente la hora de la cena.
Las dos o tres sillas que utilizará sin pagar para descansar de sus
actividades tendrán un productivo efecto para la dama que las alquila.
Pues su forma de sentarse en ellas invitará a los demás pasantes a
descansar. En pocos instantes, todas las sillas estarán ocupadas y
pagadas, de manera que la dama hace negocios y sabe agradecérselo. Sexta
ventaja.
Séptimo: Una doncella más o menos sospechosa pasa, languidece por una cena en una de las alamedas,
pasa delante de él, quien demuestra una admiración visible por su
cintura, por su caminar, por toda su “índole”, que le parece “buena”. Un
inglés, que no entiende nada de eso, no tarda en hacer la misma
observación, se levanta, se le acerca, y le ofrece el brazo, una cena, y
su bolsa, los cuales son aceptados. Ha introducido al inglés a nuestro
comercio francés. Séptima ventaja.
Octavo: A las ocho llevará a algunos amigos cuyos nombres no
conoce con exactitud para cenar en el establecimiento del tabernero que
acostumbra a visitar. Lo pone “en vogue” con algunas palabras: “Mesonero, ostras verdes,
tisana de champagne frappé, perdices trufadas
”. Comerá como cuatro,
beberá como seis, y esto durará no menos de dos horas. Su buena
digestión tendrá verdaderamente
un resultado fructífero, después de que sus amigos hayan pagado sus
cuentas. Pero el tabernero estará encantado y habrá tomado la decisión
de no pedirle jamás un sou a tan precioso cliente. Las ostras que
consumió tienen como efecto al día siguiente, después de haber sido
expuestas en la vitrina, de atraer una abundante clientela. Los
comerciantes de vino de Reims y de Epernay ya no podrán satisfacer la
demanda de tisana que vendrá de todas las partes del mundo. La población
de Périgord, ya tan ocupada con la búsqueda de trufas, redoblará su
actividad, el país florecerá como sólo suele hacerlo en tiempo de
elecciones, el mercado de Poissy estará mejor surtido, todo sube de
valor. Octava ventaja.
Por lo tanto, ¡cuántas ventajas gracias a una sola! Y todo esto, porque
la operación fue realizada por un individuo que estudió a fondo las
teorías de mi tío, y supo aplicarlas en la práctica. [...] Ya no
vivimos, gracias a Dios, en una época en la que está bien visto tener
deudas, y en la cual los acreedores traen más honor en la antesala que
lacayos en la antesala.
La locura de algunos jóvenes en los tiempos de la vieja corte había
penetrado todos los estratos sociales, pero fue mi tío quien modeló un
principio del derecho civil, del derecho político y comercial, en pocas
palabras, un libro para demostrar claramente que deudas no pagadas son
la prueba irrevocable de la felicidad de aquellos que las contraen.
[...]
Sé muy bien, y todo el mundo lo sabe, que las leyes de la sociedad
permiten en estos casos -por medio de una de esas inconsecuencias en
nuestras costumbres, de las cuales podría nombrarle varias con
facilidad-, lo que la ley condena. También sé que de día los tribunales sentencian a los deudores, pero que en la noche las obras de teatro se burlan de los acreedores,
y que en cierta forma es un acuerdo entre el gran mundo y el teatro,
reírse de las farsas que se hacen a los acreedores. Pero con el tiempo
los acreedores se cansan, cuando han probado caminos infructuosos, se
cansan de siempre postergar el plazo que se les pide, y finalmente se
vuelven firmes y obtienen una orden de la Corte que les permite exigir
el cumplimiento forzado, y el deudor no puede hacer otra cosa para
recibir nuevo crédito que pagar por lo menos una parte, y para esto se
dirige a un usurero.
HONORÉ DE BALZAC
Aforismos de Balzac
“Mientras más deudas se tienen, más crédito se tiene; mientras menos acreedores se tienen, menos ayuda se puede esperar”.
“Quien no consigue crédito, inevitablemente entra en quiebra, pues
mientras más crédito se tiene, más movimiento de ventas se hace.
Mientras más movimiento de ventas se logra, más negocios se hacen.
Mientras más negocios se hacen, más dinero se gana”.
“Contraer deudas con gente que no tiene lo suficiente implica
incrementar la confusión de la sociedad, la proliferación de la
desdicha. En cambio, deberle dinero a gente que lo tiene en demasía,
significa todo lo contrario. Crear un equilibrio para la miseria, hacer
una contribución a la nivelación social”.
“Quien tiene un mínimo de principios tiene que pagar sus deudas. De una manera o de otra. Es decir, con dinero o sin dinero”